Cuando sople el hálito negro
y crezca la sombra de la muerte,
y todas las luces se extingan,
¡ven athelas, ven athelas!
¡En la mano del rey
da vida al moribundo!
29 may 2007
El hombre cerró la puerta de la habitación y una vez más quedó a oscuras con su soledad, sumido en una oscuridad solitaria, oscurecido en su triste soliloquio.
Adictiva soledad, no menos hipócrita que la espasmódica necesidad de compañía en todo momento.
ResponderBorrar