¿Que por qué odio tanto las mudanzas?
Que pregunta rara, ¿no es lo más común? ¿No odiamos todos las mudanzas? Lo
escuchás siempre, cada vez que le contás a alguien que te tenés que mudar:
“uff, que paja”. Que las mudanzas son estresantes, que guardar toda tu vida en
cajas es una sensación horrible además de trabajosa, y después cuando llegás a
la casa nueva, de nuevo, todo el trabajo de volver a armar tu vida, de ordenar
todo de nuevo. Un embole.
Sí, siempre. Bah, no sé, la primera vez
no pero porque era chico y no tuve que hacer nada, esa fue divertida supongo,
pero no me acuerdo casi nada. La segunda tampoco, pero porque ahí me estaba
yendo de la casa de mis vieja y era un gran paso que tenía ganas de dar, además
eran pocas cosas, fue poco trabajo. Bueno, ahora que lo pienso la tercera
tampoco, quizás porque era cambiar para mejor, iba a vivir mucho más cómodo en
el otro lugar, me dio fiaca el trabajo de embalar todo de nuevo y desarmar
todos los muebles, pero lo normal creo, nada terrible. La cuarta sí, esa fue
brava, me moría de la paja solamente de pensar en desarmar todo. Fue tremendo,
jajaja, de hecho no preparé absolutamente nada hasta ocho horas antes de que
llegara el flete, empecé a embalar y desarmar a las doce en punto, y terminé
justito a las ocho de la mañana cuando llegaron. Y la quinta, ya te digo, meses
y meses de postergarla sin razón.
¿Si pasó algo entre la tercera y la
cuarta? Qué se yo, sí, pasaron tantas cosas en esos años… sí, mientras estaba
viviendo ahí se murió mi viejo, cierto. Tenés buena memoria. Si, fue fuerte
desarmar la casa de mi viejo. Tardé mil años, bah, tardamos. Como dos meses
creo, no me acuerdo bien. Era alquilada la casa, así que cuando murió papá le
pagamos un mes de alquiler al dueño, y como en ese tiempo no la habíamos
vaciado le pagamos otro mes más, mínimo otro mes más fue, no creo que hayamos
llegado al tercero pero la verdad no me acuerdo, a lo mejor sí.
Y, para empezar porque eran diez
millones de cosas, por una parte un montón de libros, y después a papá le
encantaba cocinar así que tenía montones de ollas, fuentes, sartenes, lo que se
te ocurra, y después quinientos mil platos, vasos, tazas, montones de adornos,
de todo, embalar todo eso con cuidado para que no se rompiera fue un laburazo.
No, claro que dos meses no, cuando finalmente no pude postergarlo más y lo hice
creo que liquidé todo en dos o tres días. Pero bueno, me costó empezar. Era una
sensación fuerte revolver todas sus cosas. Y además estaba el tema de dónde
meter tantas cosas, diez millones de cajas y un montón de muebles, nos tomó un
tiempo definir qué hacer. Al final las cajas fueron todas a parar al garaje de
lo de mi vieja que estaba vacío, y la mayoría de los muebles los tuvimos que
guardar en un depósito, estuvimos varios años pagando ahí hasta que los fuimos
ubicando cuando tuvimos casas con más espacio. ¿Por qué no los vendimos? Y,
eran los muebles de mi viejo, la verdad que no los queríamos perder, además son
muebles muy lindos. Creo que lo único que no nos quedamos fue la cama de mi
viejo y las nuestras que usábamos cuando nos quedábamos a dormir ahí. No, las
regalamos, justo en esos meses hubo un incendio en unas casas de una villa
donde militaba nuestra orga y habían perdido todo, así que las donamos ahí.
Estaba buena esa cama, pero bueno, era la cama donde se había muerto mi viejo,
no la hubiera podido usar nunca.
No, no encontré nada raro revolviendo
sus cosas, nada sorprendente. Una lástima la verdad, hay varios momentos de su
vida sobre los que nunca me quiso contar nada y en el fondo mientras revisaba
tenía esa fantasía de encontrar algo nuevo, alguna carta, no sé, algo que me
diera un dato nuevo. Pero no. Me quedan mis hipótesis nomás. No, casi nada…
supongo que algunas cosas habré tirado, pero poco y nada, lo único que me
acuerdo patentemente de haber tirado es la comida del freezer. Papá era medio
acumulador, no le gustaba tirar nada, y en eso soy igual. Como decía él
siempre, “lo que se hereda no se roba”, jajaja. Y menos que menos las cosas que
tuvieran algún valor emocional digamos, por más inservibles que fueran. Y, por
ejemplo tenía guardada una caja de recuerdos digamos con varias cosas que
habían sido de mi abuelo y de mi bisabuelo, la navaja de mi bisabuelo, una
cuchara viejísima de su viaje en barco, las herramientas para arreglar relojes
de mi abuelo, cosas así. Sí, obvio que la tengo guardada esa caja, ¿cómo la voy
a tirar? No lo había pensado, pero ahora que lo decís, sí, también yo tengo
ahora otra caja con varias cosas de mi viejo que me guardé. Los documentos, la
última billetera, el llavero histórico de su oficina, cosas así, no me acuerdo
bien, no la abro hace años.
¿Ya? Guau, pasó rápido hoy. Dale, hasta
la semana que viene.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario